Claro que todo cambia si el cadáver tarda en aparecer, y entonces su estado dependerá del lugar donde estuvo todo ese tiempo. (Párrafo resaltado.)

Si se encontraba en un lugar cálido y seco, los tejidos no se descomponen sino que se secan. Es el caso de cuerpos colocados debajo del parquet o dentro de roperos. Si en estos lugares el aire corre adecuadamente, se completa el proceso de secado con mucha rapidez. Es como si el cuerpo se achicharrara, el denominado efecto "pasa de uva", pero los rasgos de la persona se pueden ver con bastante nitidez a pesar de que hayan pasado años.

Si el cuerpo queda al aire libre o, aunque enterrado, está ubicado a poca profundidad, el proceso de descomposición se favorece. Las bacterias pululan en esos ambientes cálidos y húmedos. En cambio en tumbas profundas, la falta de circulación de aire hace que las bacterias no se desarrollen y el proceso de descomposición sea mucho más lento.

Las personas jóvenes o con exceso de peso se descomponen con mayor rapidez, por la presencia de grasa en su cuerpo.

Pero qué pasa cuando un cadáver se encuentra sumergido en el agua. (Párrafo resaltado.)

Al encontrar un cuerpo en el agua, no importa en qué circunstancias, lo primero que determinan los forenses es si la víctima murió ahogada, si murió por hipotermia al haber permanecido en el agua fría, o si ya estaba muerta antes de caer o al ser arrojada al agua. En el caso de que haya muerto ahogada, los pulmones estarán llenos de agua; en los otros casos, no.

Pero el proceso de descomposición, en todos los casos mencionados en el párrafo anterior, es similar y muy distinto del de los cadáveres que quedan al aire libre o enterrados. Hay varios detalles por considerar. Por empezar, el enfriamiento es mucho más violento y el cadáver se enfría en pocas horas. La lividez post mortem no presenta sus características habituales: la piel del cadáver es de un blanco anormal, y presenta la llamada "piel de gallina", ya que los folículos de los pelos se erizan. A su vez, el rigor mortis tarda más en aparecer, así como en desaparecer. Un cuerpo muerto puede estar hasta noventa y seis horas sumergido sin que desaparezcan todos los indicios del rigor mortis.

Después de seis o siete días de muerte bajo al agua, se produce otro proceso químico que origina que el abdomen del cadáver se llene de gases. Y un abdomen lleno de gases hace que el cuerpo tienda a flotar y, por lo tanto, ascienda a la superficie. (Párrafo resaltado.)