Damián, osián, maría, elia, agueda.
Damián
Lee, Osián, lee...
Osián
Maura... Imposible. ¿Dónde está Maura? Maura, Maura, Maura...
(Óyense los quejidos de los[G41] presos . María se ha sentado a la puerta, sobre la escalera que da al camino real y tiene a su lado el nido de los polluelos.)
María, a los pajarillos.
Pío, pío, pío... Hambrientos... Todos llenos de piojos estos zamarros...
Damián
Aquí, aquí, hija mía... ¡Qué dolor, qué dolor! Aquí...
Elia
Padre, siéntate aquí, padre... Osián, Osián...
(Colocan una silla de brazos en el centro, frente a la puerta del calabozo. Sientan en ella a Damián[G42] . Elia y Osián acuden a él y aparece Agueda, por la puerta del fondo, despavorida y balbuceante.)
Agueda
Ay, Dios mío. Ay, Dios mío, señor, señor Osián, señorita...
Elia
¿Qué tienes, Agueda? Habla...
Osián
¿Dónde está Maura, di, dónde está Maura?
Agueda
Es horrible, es horrible.
Osián
Habla, mujer...
Agueda
Yo iba con ella. La había sacado al campo. Llegamos al cerco de alfalfa, allá, junto a los floripondios, en el monte de guarangales. Al frente estaban los algodonales. Maura me dijo... Ve, Agueda. El campo tiene cabellos blancos. Yo le decía: No, Maura; son las bellotas de algodón maduro. Ella insistía. El campo tiene ya los cabellos blancos. El campo ha envejecido, Agueda. Ya no hay juventud. Se va la juventud. Se muere el mundo... y echó a correr... Y se metió en el monte llorando a gritos[G43] ...
(Quéjanse en el cepo.)
Osián
Aquí, aquí, todos. Que toquen las campanas. Aquí todos. Todos los peones. Busquen a Maura. Que ensillen los caballos... ¡A buscarla! (Aparecen varios peones y a poco suena la campana de la hacienda a rebato.) ¡A mí, síganme a mí!
Damián